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Yo sí di dinero al Teletón

Lo sé, el título del artículo puede provocar asco hacia algunas personas que están en contra de la forma en la que ésta empresa privada (sí, es una empresa) recauda dinero para su propósito, que bien puede ser loable, pero sus medios pueden ser cuestionables, situación común en este lado del planeta (y luego se cuestionan que no se lee a Maquiavelo).

Pero antes de escribir sus sagaces comentarios a este escrito con ofensas o reclamos, déjenme decirles a quienes leen estas palabras, que también ustedes, sí, ustedes, también dieron dinero al teletón de éste año –ahora que lo pienso, a todos los teletones–, y no hay reclamo alguno. Pero no se preocupen, muchos somos despistados y no nos habíamos dado cuenta que el dinero que llega a este negocio humanitario proviene de todo mexicano que compra, invierte y recibe dinero en este país, lo cual no quiere decir que den un donativo, pues el donativo sería por conocimiento de causa y decisión propia de dar el dinero directamente para el fin establecido, y este no es el caso. En pocas palabras, aquí es una “ley de Herodes” y con ello no me refiero al cuento de Ibargüengoitia.

Entonces, a todo esto ¿Cómo es que yo di dinero al Teletón sin haber donado? Bueno, lo primero es saber cómo ha funcionado este magno evento desde hace 17 años y ha sobrevivido con “donaciones” que tan altruistamente tantos mexicanos  han donado a esta labor de caridad. Por esta razón, he aquí dos puntos sustanciales en la recaudación del dinero.

  1. Las empresas: tanto nacionales como extranjeras, desde el primer teletón pusieron su imagen e invirtieron en anuncios publicitarios para dar a conocer que:
    1. Están apoyando la causa altruista.
    2. Buscan el apoyo de sus consumidores para donar.
  2. El gobierno: Los gobiernos estatales se han dado a la tarea de donar dinero al teletón como un acto de civilidad y compromiso no sólo con lo que representa el teletón, sino también para los ciudadanos de su Estado y generarles una idea de credibilidad. En el caso del gobierno Federal, si bien no se puede comprobar que haya donado dinero (lo lamento, no encontré datos duros), sí es un hecho que ha aportado su imagen para recaudar fondos; prueba de ello, es el mensaje del señor Enrique Peña Nieto que el año pasado dio junto con su esposa para invitar a la población a donar.

Puede que esto ya lo sepamos por la enorme cantidad de publicidad que se genera en vísperas del evento, en todos los medios de comunicación y también en su promoción en los productos que consumimos, que de alguna manera, nos muestran que ahí están, y que su único fin es ayudar.

Sé que no estoy diciendo nada nuevo o algo que no se haya planteado en la crítica que se le hace a este negocio. Sin embargo, retomando la idea del inicio, probablemente a muchos que no están a favor del Teletón se les haya pasado ver algo que de ser tan obvio no se piensa en el resultado, que es, que todos hemos dado dinero al Teletón sin saberlo, y pondré el ejemplo en mi persona.

En mi papel de ciudadano, pago impuestos, ya sea por los productos que compro o por las obligaciones que se generan por mi trabajo o por mi patrimonio. En el caso del gobierno, el dinero que sale del impuesto agregado a lo que consumo o a lo que tengo, se dona al Teletón dependiendo el Estado que decida aportar. Algunos Estados de la República han aparecido en el evento dando cheques con cantidades grandes, que sumando el donativo de todos los Estados que han aportado, da la cantidad de mil 832 millones de pesos de recursos públicos. Con este dato, puedo inferir que algunos Estados han decidido dar dinero a esta empresa de los impuestos que he pagado, dinero que viene de mis contribuciones y de las contribuciones de toda persona que paga impuestos, y aunque no estuviera de acuerdo en donar a dicha empresa, esos Estados han decidido dar dinero a este negocio sustituyendo el destino de ese dinero al mejoramiento de las instituciones del Estado que cumplen la misma función que el negocio llamado Teletón (IMSS, ISSSTE, DIF).

Eso significa, que he donado al Teletón sin saberlo, y que el Estado amablemente ha donado a mi nombre, sin preguntarme y sin reconocérmelo. Todo estaría bien si no fuera por el hecho de que ese dinero que dona a la causa del Teletón, no es dinero de quienes trabajan en el Estado, no es dinero del gobernador del Estado que con una gran sonrisa se presenta ante las cámaras con un cheque grande mostrando su gran generosidad y engrandeciéndose por la enorme labor altruista que él y su gobierno han hecho para recaudar ese dinero, de ser así ¿Acaso vino ese dinero de su sueldo? Y si es dinero del presupuesto ¿Habrá tanto dinero como para donarlo o no hacer consulta en qué se debería gastar ese dinero de los contribuyentes? ¿Por qué no surge la idea de donar esa misma cantidad de dinero en partes equitativas a las diferentes ONGs y empresas privadas que cumplen la misma función que el Teletón? Si un gran porcentaje de la población de un Estado decide donar al Teletón, podría parecer que mi comentario sería irrelevante, pero dadas las condiciones de abandono que tienen las instituciones públicas en materia de salud, rehabilitación y asistencia social de todo el país, se me hace incongruente que los representantes de los gobiernos quieran convencernos que sus donaciones exclusivas son para beneficio de la sociedad a la que representan en ausencia de las donaciones que se deberían hacer a los demás centros de atención.

Una vez aclarado mi aporte a la causa como ciudadano que paga impuestos, ahora viene mi papel de consumidor. Compró cosas y las consumo, cosas que necesito, cosas para mis placeres, o cosas que me entretienen; y como cada cosa, que se vuelve producto, todo producto tiene un costo. Si a ese costo le quito el impuesto que se le pone por parte del gobierno, me queda el valor que decide la empresa que debe de costar el producto que ella produjo; bien, aquí viene la parte interesante de este negocio. A mí no me interesa qué haga la empresa con el dinero que yo le di para consumir su producto al comprarlo, lo que me interesa es que su producto cumpla con mis necesidades y no me genere un daño por consumirlo sin la advertencia de ella y la responsabilidad mía como consumidor. El dinero que como empresa reciba, tendrá diferentes destinos, ya sea para la producción del producto, el salario a los empleados y el exceso de sus dueños (si se da el caso).

Por supuesto que como empresa debe pagar impuestos (en este gobierno TODO genera impuestos, que algunas empresas no paguen eso ya es otro cantar), así que parte de sus ganancias debe destinarse a los impuestos, y también, no menos importante, necesita hacer publicidad para que los consumidores conozcan su producto; es aquí donde entra el Teletón y la televisora que es el principal patrocinador del evento. La televisión es el principal medio de comunicación (hasta el día de hoy) que llega al mayor número de habitantes, su impacto mediático es asombroso, y las empresas lo saben. Por ende, la mejor estrategia que puede lograr una empresa es promocionar su producto en la tele. Si a eso le sumamos que la publicidad muestra a una empresa como un agente humanitario, bondadoso y comprometido con la sociedad que consume su producto, esto generará mayores ganancias y una buena imagen que le permitirá llegar más dócilmente a un mayor número de personas. En este caso, si una empresa, logra poner su publicidad en Televisa, y decide apoyar la causa del Teletón, no sólo logra exclusividad en los comerciales que aparecerán durante la transmisión del evento, también deduce impuestos, y a su vez mantiene limpia su imagen.

Dejando esto claro ¿Cómo es que yo di dinero al Teletón al comprar un producto sin haber donado? Simple, la empresa, al yo comprar su producto, mi dinero forma parte de su donativo que lleva al evento, aún cuando pudieron haber sido menos de 0.50$ que la empresa decidiera destinar de mi compra a la donación, ese dinero forma parte de toda la colecta que hizo la empresa para darlo en un solo cheque, y al verlo así, no difiere mucho de la colecta que se hace por donativo o redondeo cuando se compra algo, y el excedente, por muy ínfimo que se vea, se decide dar o donar.

Con esta información y éste esquema, puedo asegurar que yo, al igual que ustedes, hemos dado dinero al Teletón sin haber donado un solo peso en 17 años, y no sólo una, sino dos veces en cada acto de consumo, pues al comprar un producto, dos porcentajes de mi compra irán destinados al Teletón, uno por parte del gobierno, y otro de la empresa.

Es así, que al ver los reclamos de aquellos que muestran su desprecio por los que no donaron, queda refutado con este análisis que en realidad todos hemos aportado a la causa del Teletón. Ahora, si alguno decidiera donar por convicción después de su compra, debe tener presente que estaría dando 3 porcentajes (2 en el caso de que la compra fuera de un producto que no patrocinara al Teletón).

Al final, todos mantenemos ese negocio, y créanme, este negocio tan rentable durará mucho tiempo, así que no se sientan mal si alguien les mueve su conciencia por la insensibilidad que mostraron al no querer donar, pues la obligación de tener un acto altruista automáticamente niega la acción de que sea considerado un acto altruista. Los niños del Teletón y toda persona que ha sido atendida en uno de los CRITS no debe ser motivo de lástima para que alguien decida aportar, y es tan mezquino cuando se genera la posibilidad negativa de esperar que a uno de nosotros no nos pase un accidente o tengamos un familiar con una discapacidad para recurrir a la atención que nos puede proporcionar uno de estos centros de rehabilitación, que es tan recurrente escucharlo de aquellos que en realidad esperan que sí nos pase algo para depender de esa clase de atención y hacernos caer en cuenta de nuestro error; si ese fuera el caso, ni toda la ayuda humanitaria que podamos recibir podrá quitarnos nuestra mezquindad y nuestro deseo de ver mal a los otros por no querer simpatizar con nuestras causas o ideas.

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Axel Andonaegui

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