Nadie sabe lo que tiene
Hasta que lo vende. Y es que tuve que vender mi computadora.
Hace unos meses (y no he contado la dichosa experiencia), tuve que comprar un SoC para un equipo que mi pidió una ¿clienta?, que al final rechazó.
Algo así como esto:
Resumo la experiencia, para no amargarnos: pidieron un equipo económico. Recibieron el mejor equipo que puedes comprar por menos de $5,000.00 (de verdad, no ganaba un centavo, pero era amiga de un cliente que aprecio mucho). No les gustó porque no es un equipo de $9,000.00 (todo MXN, por cierto). Me comí el equipo, y pagué de mi bolsa. Y pues de inmediato se convirtió en mi equipo personal.
Mi equipo anterior, lo cedí hace tiempo, así que solamente tengo dos equipos: un viejo —muy viejo— equipo que corre Windows 98 (sí, hay usos para la tecnología vieja), o un Pentium 4 HT que tenía guardado para casos como este. Y el Pentium 4 es el que va a recibir mis neurosis los próximos meses (hasta que liquide cada deuda).
Y, ¿saben? Me duele el dejar el cacharrito. Porque es infinitamente más rápido.
Uso Linux Mint. La verdad, no puedo quejarme: es bonito, funcional, y no debo preocuparme por el soporte hasta 2019, porque cada versión es LTS. Pero al momento de virtualizar Windows, se nota la edad del equipo. Sencillamente no arranca. Virtualizaba un Windows XP SP3, reducido en funciones para que arrancara rápido (y cumplir, cumplía, porque con 3 GB asignados, arrancaba en cosa de 12 segundos). Para paliar esta pérdida, voy a tener que instalar el mismo Windows, de manera real, no virtual, y ya te cuento lo que va a tardar en arrancar, porque sus 2 minutos no se los va a quitar nadie.
En fin, que a veces la basura de unos es el tesoro de otros, como dice el refranero. Mientras una clienta me hizo un favor durante meses, por cierto, yo ni enterado de qué buen equipo tenía, aunque dedicarme (aunque sea en parte) a la informática, me tenía informado de que tan malo, no podía ser. Por algo lo recomendé, y lo vendí.
Seguro que a ustedes, algo parecido les ha pasado.