Lo que no sirve, a la basura
No había tenido mucho ánimo de escribir (tengo varios borradores qué completar y terminar, además de un tema que comentaba con Axel) pero hoy me quito de encima la apatía, provocada por lo que voy a platicar aquí.
En "Alta suciedad", Andrés Calamaro tiene una frase que define exactamente la clase de persona con la que tuve que lidiar durante algunas semanas, considerando equivocadamente que su calidad como humano era distinta. O lo que es lo mismo: que era un tipazo cuando era un hijo de la chingada. La frase exacta dice "Estoy cansado de los que vienen de amigos, y solo quieren rellenarte el agujero". Y sí, un tipo que se decía mi amigo (no voy a decir nombres, ¿eh Netza?) me pidió de favor que lo apoyara con la parte de diseño trágico gráfico en su empresa, a cambio de una compensación monetaria menor a la que podría obtener yo por mis propios medios, todo ello después de negociar, claro, cuando yo pedía aproximadamente el doble de lo que él se ofreció a pagarme. Al principio, con un horario esclavizante de por sí (9:00 a 19:00, y una hora de comida), luego ocho horas corridas por la tarde, y finalmente de 9:00 a 18:00 con una teórica hora de comida, que no llegó nunca). El problema es que nunca nada se respetó.
Y es que el amigo está acostumbrado a colgarse de la teta, y no respeta a nadie con tal de lograr su objetivos. Durante mi estadía, solo tres días salí a comer, y creo que de todo el tiempo, fueron mis mejores días. Además, la hora de salida nunca se respetó. El último día, salí a las 22:00, y me llama a esa hora y me pide socarronamente un diseño urgente. ¡A tomar por culo! ¿Han visto a alguien tan caradura? Ese día no había tenido mis alimentos (y mal almorzado venía). No soporté más.
Como si eso fuera poco, el viernes que ya no fui, me llama (a las 23:00). No contesté; a cambio apagué el móvil, desconecté mi teléfono y me fui a dormir.
Y lo triste de esto es que no es un cuento, ni es ficción.